Después de muchos intentos se aprobó en el congreso de Colombia la ley que prohíbe las corridas de toros.

La nueva ley coloca un plazo de tres años para que el gobierno presente alternativas económicas a las personas que dependen de la tauromaquia, lo que quiere decir que la prohibición entrará en vigor desde el 2027. También ordena que las plazas de toros se transformen en escenarios aptos para eventos culturales y deportivos.

La tauromaquia es una tradición centenaria en Colombia, aunque su popularidad se ha ido reduciendo en el país.

Siete países siguen permitiendo la tauromaquia en el mundo: Ecuador, España, Francia, México, Perú, Portugal y Venezuela.

NO MAS TOROS

UN POCO DE HISTORIA DE LAS CORRIDAS DE TOROS.

Aunque las corridas de toros sean un espectáculo singular y vergonzosamente español, su origen se remonta a los sangrientos juegos romanos y las crueles venationes en las que se mataban miles de animales para divertir a un público sediento de sangre y fuertes emociones. Julio César introdujo en los juegos circenses la lucha entre el toro y el matador armado con espada y escudo, además de la “corrida” de un toro a quien el caballero desmontando derribaba sujetándolo por los cuernos.

La primera referencia histórica de una corrida data de 1080, como parte del programa de festejos de la boda del infante Sancho de Estrada, en Sevilla.

HISTORIA DE CORRIDAS DE TOROS

Durante la Edad Media la corrida de toros se desarrolla y es monopolizada gradualmente por la nobleza que, influenciada por la galanterí­a y el mal ejemplo de los reyes, como sucede en España en la actualidad, se disputaba la notoriedad pública, las atenciones de las damas y el respeto de los demás, exhibiendo su “valor” y gallardí­a, acosando y alanceando toros, considerados como enemigos totémicos de gran poder defensivo.

La reina Isabel la Católica rechazó las corridas de toros, pero no las prohibió, mientras que el emperador Carlos V se distinguió por su afición y mató un toro de una lanzada en Valladolid para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II, en cuyo reinado se promulgaron las primeras condenas eclesiásticas.

Si deseamos atajar la violencia contra los animales de cualquier especie y empezar a construir una sociedad basada en el respeto a la vida y a los demás, debemos avanzar en la dirección más humanitaria de otros paí­ses .