Seguro que en más de una ocasión te han preguntado por tu «nombre de pila». Esta expresión se refiere a nuestro nombre legal en los documentos oficiales, pero, ¿de dónde proviene esa frase? Surgió, como casi siempre, debido a la todopoderosa iglesia católica.

El nombre de pila es el nombre que se da a una persona cuando nace y con el que esta es registrada en el Registro Civil como nuevo miembro de una familia y que puede ser confirmado con el bautismo cristiano o no.

Tiempo atrás, la mayoría de las personas se conocían y llamaban entre sí por algún apodo o algún mote que, normalmente, se refería a la familia o al lugar en el que vivían, por lo que no solían emplearse los nombres «oficiales» de cada uno.

Esta costumbre provocaba que, cuando estas personas tenían que realizar algún trámite ante la administración, daban su apodo como nombre, por lo que los funcionarios les pedían que diesen su «nombre de pila».

¿Y por qué «de pila»? Pues por la pila bautismal, el recipiente donde se sumerge o se rocía con el agua bendita al recién nacido durante la ceremonia del bautizo.

Antiguamente, en la gran mayoría de los países católicos, era de obligado cumplimiento estar bautizado para poder registrarse en los estamentos oficiales y para obtener multitud de permisos en infinidad de asuntos, ya que la iglesia ostentaba tanto o más poder que el Estado.

Por eso los funcionarios solicitaban el nombre de pila, es decir, el que figuraba en los documentos oficiales y que había sido recibido y confirmado en la pila bautismal, por la que casi todos tenían que pasar.

Se hizo tan habitual solicitar de esta manera el nombre real, que la expresión «nombre de pila» quedó asociada de manera permanente a «nombre oficial», cuando se hacía referencia a la identificación por la que era conocida alguna persona.

De esta manera, cuando te preguntan el nombre de pila, todos sabemos perfectamente qué contestar.