En 1974, un joven arquitecto húngaro buscaba la manera de hacer que algunos conceptos geométricos fueran más accesibles para sus alumnos universitarios. Su idea se convertiría en el juguete más vendido de todos los tiempos: el cubo de Rubik.

Este joven estaba obsesionado en encontrar una forma de enseñar el movimiento tridimensional a sus estudiantes de arquitectura de la Universidad de Budapest.

Tras pasar meses experimentando con bloques de colores hechos a partir de madera y de papel, pegamento y clips, creó un cubo con seis caras de distinto color. Ese día, con piezas de materiales que tenía a mano, Erno Rubik conseguía la inmortalidad.

ERNO RUBIK

Este cubo, que tiempo después sería bautizado con su apellido, fue presentado en la primavera de 1974 y se acabaría convirtiendo en el juguete más vendido de la historia, con 400 millones de unidades.

Pero hasta 1979, cuando se presentó en la Feria del Juguete de Núremberg, nadie conocía este juguete. Allí fue descubierto por un agente comercial que consiguió que apareciera en televisión en Estados Unidos e incluso que protagonizara su propia serie de dibujos animados.

Pero su explosión llegó cuando apareció en una mítica portada de Scientific American, una de las revistas más importante en los Estados Unidos. Douglas Hofstadter, ganador del Pulitzer, lo calificó como «una de las cosas más asombrosas jamás inventadas para enseñar matemáticas»

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Además, debido a que no había tutoriales sobre cómo lograr alinear los colores de sus caras, se convirtió en uno de los juguetes con más libros publicados sobre él.

El Cubo tiene más de 43 trillones de posibilidades de permutaciones diferentes, lo que provocó que Rubik creyera que era imposible resolverlo. Tardó un mes completo en encontrar la solución.

El récord actual para resolverlo está en 3,13 segundos y la cantidad de movimientos mínimos requeridos para hacerlo es de 20 movimientos.

Erno Rubik no imaginó la magnitud que tendría su invento, ni la manera en que se iba a difundir y perdurar cuando lo diseñó en su estudio en los años setenta del siglo XX: el juguete más vendido de todos los tiempos.