Mucho antes de que existiera el término homosexual y mucho antes de que nadie se atreviera a declararse abiertamente gay, un hombre se levantó en un congreso en Alemania y dijo: “Tengo un esqueleto en el armario” Era 1867 y acababa de salir del armario.
Karl Heinrich Ulrichs nació en 1825 en Alemania y desde joven supo que se sentía atraído por los hombres, pero vivía en un mundo donde eso era un delito y no tenía ni siquiera una palabra para nombrarlo.
Estudió historia, teología y derecho y trabajó como funcionario, pero en 1862 decidió dejarlo todo y confesar a su familia que era lo que él mismo llamó un “urning”, un término inventado por él para describir a los hombres que aman a otros hombres.
La palabra “urning” venía de la mitología griega y formaba parte de su esfuerzo por crear un lenguaje que normalizara su orientación sexual, en una época en la que ni siquiera existía el concepto de homosexualidad como tal.
Cinco años después, el 29 de agosto de 1867, se presentó en el Congreso de Juristas Alemanes de Múnich y subió al estrado para pedir públicamente la despenalización de la homosexualidad en Alemania.
Fue la primera persona conocida en la era moderna que se declaró homosexual en público. Y lo hizo usando la frase “tengo un esqueleto en el armario”, una expresión que siglos después se transformaría en “salir del armario”.
Aquel auditorio no estaba preparado, por lo que fue abucheado, expulsado del estrado y desacreditado. Pero no se rindió. Siguió escribiendo y publicando textos en los que defendía que la homosexualidad era algo natural, no un vicio ni un pecado.
Entre 1864 y 1879 publicó doce volúmenes titulados “Investigaciones sobre el enigma del amor masculino”. En ellos analizó el tema desde una perspectiva legal, científica y filosófica, años antes de que Freud naciera.
Karl Ulrichs está considerado el primer activista LGBTQ+ de la historia, un pionero que luchó por los derechos de las personas homosexuales en el siglo XIX cuando todo el mundo prefería mirar hacia otro lado.
Murió en 1895, sin ver su sueño cumplido. Aún pasarían muchas décadas hasta que la homosexualidad dejara de ser delito en Europa, pero él había abierto la puerta del armario. Y detrás de él, millones más saldrían a vivir en libertad.