¿Sabías que una especie animal importada por uno de los mayores narcotraficantes de la historia, ha sido declarada especie invasora en Colombia? Esta es la historia de los hipopótamos de Pablo Escobar.
Cuando Pablo Escobar era el hombre más buscado del mundo, también era el más rico. Con el dinero de la cocaína no solo compraba armas, aviones o voluntades. También compró una hacienda de 3.000 hectáreas a la que llamó: Hacienda Nápoles.
La Hacienda Nápoles era el oasis del jefe del cártel de Medellín. Contaba con 27 lagos, varias réplicas de dinosaurios, 2 helipuertos, una pista de aterrizaje de aviones con un kilómetro de largo.
También tenía su propia gasolinera, un taller de mecánica y pintura, una mansión con piscina, plaza de toros y el circuito de carreras para motos más grande de su época.
Pero le faltaba algo: un zoológico. Así que invirtió dos millones de dólares para crear un zoo privado con 1.900 especies exóticas que compró en 1984, ilegalmente: rinocerontes, elefantes, jirafas, cebras, búfalos, canguros, delfines e incluso hipopótamos.
La mayor parte de sus animales fueron comprados al International Wildlife Park de Dallas, un obsoleto zoológico a las afueras de la ciudad, mientras otros fueron adquiridos a cazadores a los que les pagaba por capturarlos en las selvas y sacarlos de contrabando en jets privados.
Con la muerte de Escobar en 1993, la Hacienda Nápoles pasó a manos de las autoridades. El zoológico se desmanteló y sus animales fueron trasladados a reservas o zoológicos reales, pero los hipopótamos se quedaron. No sabían qué hacer con ellos.
Eran demasiado grandes y demasiado caros de mover, así que los dejaron allí, en la finca, cerca de un lago, con espacio, agua, clima tropical y sin depredadores. El resultado era inevitable. Se multiplicaron.
En la actualidad, la Hacienda Nápoles es un parque temático, motor económico de la zona, en la que viven más de 50 de estos animales, pero cientos más, descendientes de los que había traído Escobar en 1984, vagan libremente a las orillas del río Magdalena.
Pero ya no son cuatro, sino casi 200, una de las poblaciones más grandes fuera de África. Y siguen creciendo sin control, por lo que se han convertido en una plaga, provocando graves problemas medioambientales al hábitat natural.
El problema no es tan solo que sean muchos, sino que son animales territoriales, agresivos y muy peligrosos, por lo que ya han atacado humanos, invadido cultivos y desplazado especies autóctonas.
Además, su orina contamina los ríos, por lo que hay científicos que piden sacrificarlos, mientras otros proponen esterilizarlos. Incluso hay quien quieren declararlos patrimonio biológico, ya que los hipopótamos de Escobar se han vuelto símbolo nacional.
Colombia se enfrenta a un dilema imposible. ¿Matar a los hipopótamos? ¿Dejarlos vivir y que sigan expandiéndose? ¿Gastar millones en esterilizarlos uno a uno? Todo por culpa de un narco que quería montar su propia arca de Noé.
Pablo Escobar ya no está, pero su legado sigue vivo. Ruge, nada y pesa más de 1.000 kilos. Y es, literalmente, el animal más peligroso de Colombia.